Documentos del retorno – Mensaje del 7 de noviembre de 1972
A los compañeros peronistas:
Antes que noticias mal intencionadas puedan llegar al pueblo argentino, deseo ser yo quien les informe la verdad sobre mi proyectado viaje a la Patria.
Me cuesta comprender las causas por las cuales los argentinos no pueden llegar, con un objetivo común, a las soluciones que el país y el pueblo reclaman.
La normalización institucional de que se ha hablado, no puede tener inconvenientes, si se la trata y establece de buena fe con la suficiente grandeza y sin intereses bastardos que la interfieran.
Si todos deseamos, dentro de esta regla, el bien de la Patria, no me explico las razones que puedan existir para impedirla.
El gobierno ha manifestado, por boca de su presidente, que está dispuesto al diálogo y que yo puedo regresar al país cuando y como lo desee, con todas las garantías.
Ello me ha impulsado a retornar a la Patria, después de dieciocho años de ostracismo, por si mi presencia allí puede ser prenda de paz y entendimiento, factores que según veo, no existen en la actualidad. Pienso que la situación del país bien impone cualquier sacrificio de sus ciudadanos, si con ello se crea el más leve resquicio de soluciones.
Ya van a ser casi treinta años que me encuentro empeñado en alcanzar tales soluciones y anhelo, si ello es posible, prestar quizá mi último servicio a la Patria y a mis conciudadanos. Por eso, a pesar de mis años, un mandato interior de mi conciencia me impulsa a tomar la decisión de volver, con la más buena voluntad, sin rencores –que en mí no han sido nunca habituales– y con la firme decisión de servir. Si ello es posible.
Por todo ello, pido a mis compañeros que, interpretando mi regreso dentro de tales sentimientos y designios, colaboren y cooperen para que mi misión pueda ser cumplida en las mejores condiciones, en una atmósfera de paz y tranquilidad, indispensables para todo lo que deseamos constructivo. Espero que nuestros adversarios lo entiendan de la misma manera si es que, como nosotros, anhelan terminar con los odios inexplicables y las violencias inconcebibles.
Espero, Dios mediante, estar con ustedes el día 17 de noviembre próximo. Hasta entonces un gran abrazo sobre mi corazón.
DOCUMENTOS DEL RETORNO A MI PUEBLO
COMPAÑEROS PERONISTAS:
Pocos podrán imaginar la profunda emoción que embarga a mi alma ante la satisfacción de volver a ver de cerca a tantos compañeros de los viejos tiempos, como a tantos compañeros nuevos, de una juventud maravillosa que, tomando nuestras banderas, para bien de la Patria, están decididos a llevarlas al triunfo.
También, como en los viejos tiempos, quiero pedir a todos los compañeros de antes y de ahora, que dando el mejor ejemplo de cordura y madurez política, nos mantengamos todos dentro del mayor orden y tranquilidad. Mi misión es de paz y no de guerra. Vuelvo al país, después de dieciocho años de exilio, producto de un revanchismo que no ha hecho sino perjudicar gravemente a la Nación. No seamos nosotros colaboradores de tan fatídica inspiración.
Nunca hemos sido tan fuertes. En consecuencia, ha llegado la hora de emplear la inteligencia y la tolerancia, porque el que se siente fuerte suele estar propicio a prescindir de la prudencia.
El pueblo puede perdonar porque en él es innata la grandeza. Los hombres no solemos estar siempre a su altura moral, pero hay circunstancias en que el buen sentido ha de imponerse. La vida es lucha y renunciar a ésta es renunciar a la vida; pero, en momentos como los que nuestra Patria vive, esa lucha ha de realizarse dentro de una prudente realidad.
Agotemos primero los módulos pacíficos, que para la violencia siempre hay tiempo. Desde que todos somos argentinos, tratemos de arreglar nuestros pleitos en familia porque si no serán los de afuera los beneficiarios. Que seamos nosotros, los peronistas, los que sepamos dar el mejor ejemplo de cordura.
Hasta pronto y un gran abrazo para todos.
15 de noviembre de 1972